lunes, 4 de enero de 2016

Nos hemos equivocado. ¡Por completo!

En España nos hemos equivocado. De cabo a rabo. Los políticos y los ciudadanos. ¿Mucho? ¡Por completo! Y se lo voy a intentar explicar.

Desde hace tres o cuatro años soy el presidente de mi comunidad de vecinos. Nunca me ha gustado presumir. Pero me congratulo con mis convecinos de haber rebajado las cuotas mensuales en estos años, además de haber mejorado una serie de servicios, como la administración de la comunidad, los servicios de calefacción y algunos más.

No es mucha la rebaja. Yo pagaba 210 euros al mes y ahora 195. Pero en tres años no han subido, sino bajado. La administradora es muy buena gestora, y ha apretado a algunos proveedores, ha racionalizado el gasto y ha ido en sintonía con lo que queríamos los vecinos.

En España, al contrario, la política, la gestión, se ha movido por ciertos clichés, de izquierdas o de derechas, que no han beneficiado a los ciudadanos. Más bien han generado división, bronca, rencillas.

En cierto modo es entendible. Después de 40 años de dictadura, había ganas de revancha. No solo de libertad, de democracia. También de revancha, de remover la Guerra Civil, de volver a dividir España entre vencedores y vencidos, entre rojos y azules, entre derecha e izquierda.

Y no. No. Eso no es la política. La política tiene más que ver con la gestión del día a día de una comunidad de vecinos. Los españoles somos eso: vecinos de una misma tierra, nuestra patria. Se trata de ponerse de acuerdo para mejorar la calidad de vida de los vecinos, de los españoles.

Sé que hay cuestiones espinosas, mucho más complicadas que las que se viven en el día a día de una comunidad de vecinos: el aborto, el déficit, la cuestión territorial, la educación y un largo etcétera. Pero el ejemplo debe servir para dar otro enfoque a la política, mucho más profesional.

Profesional y humano a la vez. Preocupándonos por el día a día de nuestros vecinos, por su bienestar, por su progreso. Hemos demostrado en muchas ocasiones que somos capaces. Con el Pacto de Toledo, con el Pacto Antiyihadista y un largo etcétera. Los ejemplos desde aquel gran acuerdo de 1978 son innumerables.

Por ello, 2016 ha de suponer un antes y un después en la política española. Y el 20-D ha sido el pistoletazo de salida. Si en 1978 demostramos nuestra altura de miras, es buen momento para volver a demostrar la grandeza de España y de los españoles, capaces de grandes hazañas a lo largo de la historia. Y esta, sin duda, puede ser una más. Una hazaña de la vida democrática, que podrá ser escrita en los libros de Historia con letras mayúsculas.