martes, 23 de julio de 2019

Hacienda ya no somos todos

Leo con preocupación que Hacienda ha iniciado una caza de brujas con las fiestas de los pueblos, las bodas y los colegios concertados. Que conste que soy partidario de pagar impuestos. Los justos, eso sí. Sin pasarse.

Las empresas han de pagar sus impuestos, sobre todo las grandes. Parece que las grandes tecnológicas, facturando en Irlanda, se saltan esto a la torera. Porque ver a Google pagando un Impuesto de Sociedades de 6 millones, como si fuera una mediana constructora, es de risa... Algunos estudios dicen que factura en España unos 1.000 millones, pero a través de terceros países o paraísos fiscales.

Cualquier empresa debe pagar impuestos, también los salones de bodas. Pero, señores, montar un chiringuito en la fiesta del pueblo no es una empresa. Lo suelen hacer los jóvenes para pagarse las copas y la gasolina de la moto.

Y lo de los colegios concertados, que no pueden cobrar escolaridad porque los salarios de los profesores los paga la autonomía de turno, pues es también para ponerse a pensar. Porque muchos de los donativos que pagan los padres son para pagar la luz, el agua o el gas.

El fondo de la cuestión está, digámoslo claramente, en la voracidad recaudatoria de Hacienda, impuesta desde los tiempos de Cristóbal Montoro, ese ministro del PP que se consideraba socialdemócrata de toda la vida. (Sic.)

El que Hacienda suelte los perros contra el humilde ciudadano, el pequeño contribuyente, es síntoma de que a los grandes no se les puede hincar el diente. Y esa Hacienda de la que todos nos debemos sentir responsables, como bien nos hizo creer Carlos Solchaga, no puede ser una caza y captura al ciudadano de a pie, que disfruta de las fiestas de los pueblos, sobre todo en agosto...

Los españoles gastamos mucho

Según el Banco de España, los españoles gastamos mucho. Y por encima de nuestras posibilidades. Leo esto y comienzo a indagar, y a buscar noticias de las últimas semanas o meses.

Lo que surge llama poderosamente la atención. Quizá lo voy viendo de manera un poco deslavazada, pero al final las ideas van encajando y empieza el puzzle a tener un sentido.

Veo que la recomendación del Banco de España es de subir los salarios, porque la tasa de ahorro está por los suelos. Y algunas voces socialistas empiezan a decir que hay que aumentar la natalidad, caso de Fernández Marugán -Defensor del Pueblo- o de Octavio Granado -SE de Seg.Social-.

Por otra parte, veo que el número de millonarios españoles se ha disparado durante la crisis, según CapGemini. Y leo que los empresarios piden más de 250.000 inmigrantes para realizar los trabajos que no quieren los españoles, -supongo que por los bajos salarios- y para mantener las pensiones.

Entonces empieza a cuadrar todo: hay más millonarios, hay salarios bajos, las pensiones peligran, pero necesitamos inmigrantes. ¿Vas ustedes captando a dónde quiero llegar?

Necesitamos salarios más altos; que los trabajos se dignifiquen. Que no todo sea explotar al trabajador; que no tengan que venir los inmigrantes -con salarios miserables- a salvar las pensiones con unas cotizaciones pírricas.

La ecuación cuadraría si los millonarios renunciaran a serlo de manera rápida -renunciando a la cultura del pelotazo-, si se subieran los salarios y se subiera la media española, estancada desde hace años, y la moda estadística no fuera de 15.000 euros. Si los españoles pudieran tener hijos sin mirar tanto el bolsillo.

Sé que lo que pido es un brindis al sol. Pero mi visión de la Justicia Social, expresada de manera contundente por la Doctrina Social de la Iglesia, me exige poner este reto encima de la mesa.

martes, 16 de julio de 2019

El PIB y la paradoja

Leemos en las páginas de El Español que, pese a la falta de gobierno y la paralización política del país, las previsiones de la Comisión Europea para la economía española son halagüeñas, y mejoran en dos décimas las anteriores previsiones. Así, España crecerá -según la CE- un 2,3% este año y el 1,9% el año que viene.

Podría parecer paradójico que la paralización política conllevara una mejora de las previsiones económicas. Hay muchos proyectos que no acaban de concretarse por la ausencia de un gobierno nacional o de varios gobiernos autonómicos y la incertidumbre suele ser mala compañera de viaje.

Además, en un país como España, cuya economía depende en gran medida de la inversión extranjera y del capital proveniente de exportaciones y turistas, la inestabilidad no otorga un marco de confianza para los capitales extranjeros.

La explicación a la paradoja podría venir de la mano del liberalismo, que sostiene que cuanto menos intervencionismo por parte del estado, mejor para la economía, para el capital y, en general, para el bolsillo de los contribuyentes.

Así las cosas, entre un Gobierno socialista -con o sin ayuda de Podemos- y un desgobierno, la economía elige desgobierno. Cuanta menos mano meta el Ejecutivo en las finanzas de las empresas y los ciudadanos, mucho mejor.

Gonzalo Niederleytner

viernes, 12 de julio de 2019

El doble juego

Lo que estamos viviendo estos días en la política española es de las cosas más tristes que podemos vivir. ¿Por qué?, se preguntarán. -Siempre ha sido así, me podrían decir.

La verdad es que la política no es un juego, aunque tantas veces se hable del juego de la política. Y me explico: una cosa es el acuerdo a futuro, el "do ut des" o el "ponme aquí y quítame de allá", con el que los políticos de toda clase han llegado a acuerdos imposibles a lo largo de nuestra corta historia democrática.

Pero en las semanas que llevamos desde las elecciones generales de abril o las autonómicas y municipales de mayo está sacando a la luz la espeluznante cortedad de miras de los políticos españoles. Y no me refiero a que no sepan negociar en el juego político, sino a que todos miran por el bien de su partido, o de su rédito político, sin mirar ni un ápice por los intereses de los españoles.

El PSOE y el PP están dejando pasar el tiempo, sabedores de que unas nuevas elecciones beneficiarán el bipartidismo y les llevarán a sacar mejores resultados en una nueva cita con las urnas.

Ciudadanos está atado de pies y manos por los supuestos apoyos franceses de Macron (o la masonería, vaya usted a saber) y no quiere ni negociar con VOX ni llegar a acuerdos de gobernabilidad que hagan palpables sus resultados electorales, muy por debajo de lo esperado.

VOX no quiere quedar como el tonto útil del PP y Cs, y no quiere que los gobiernos se formen sin su beneplácito, porque sus votantes podrán echarle en cara haberse vendido de manera facilona, como en Andalucía.

Y Podemos, que quiere entrar en el Gobierno, sabedor de que puede ser la única manera de salvarse de una debacle en las urnas, cosa que pronto se producirá.

En fin, todos jugando al juego político... y, los unos por los otros, la casa sin barrer. España, sin Gobierno, las autonomías, sin capacidad de tomar medidas de calado. Las empresas, a la espera de mejores momentos y la bolsa, que ni sube ni baja ni todo lo contrario.

Podemos jugar al juego de la política o podemos jugar a ponernos de perfil e intentar que nadie nos vea. Así, que llegue el verano y nos vayamos todos a la playa a respirar aire fresco y se quede toda la tarea para septiembre. Pero... ojo, el buen estudiante no deja las cosas para septiembre. Y España pagará cara la desidia de los políticos en los últimos tres meses.